Debe ser un alfiler del optimismo que se niega a abandonarme aún en las circunstancias más adversas; a pesar de lo crudo de las imágenes y la impotencia que causa no poder hacer más que enviar un donativo y correr la voz sobre los centros de acopio y las vías para ayudar a Haití mientras miras en las noticias a los niños sin familia, la desolación, el dolor acumulado por años que se ha sacudido junto al terremoto, la violencia y la pobreza.
Lo cierto es que pensé en que ante tanta prominencia mediática de miseria necesitaba un bálsamo que me diera una visión diferente de Haití y comencé a buscar poesía de Haití en la red.
En mi búsqueda me encontré con un post de Rui Mendes en el blog de la revista literaria TriploV y de allí transcribo un fragmento del poema de Jacques Viau Reanauld:
NADA PERMANECE TANTO COMO EL LLANTO
VII
Hemos ido acumulando corazones en nuestro corazón,
palabras en nuestra voz quebrantada por azadones.
Hemos dejado huellas por todos los caminos
y algunos de nosotros ya no estamos.
Hemos ido de manos con las sombras.
Nuestro andar es un grito estacionado.
Por cada paso, un día que transcurre.
Por cada palabras, mil palabras que vocifera la prole.
Qué será de nosotros después de esta larga travesía?
Poco importan si el mármol o la piedra eternizan
nuestro corazón de húmedo barro.
Nos basta con que nuestra voz perdure en la voz
del amigo, en la del compañero de rutas que nos tendió
la mano cuando se aproximaba la caída.
Hemos llenado muchos de los vacíos que nos legaran.
A otros toca llenar los que nosotros dejamos.
Apenas tuvimos tiempo para remendar la herencia.
A qué corazón irá nuestro corazón a depositarse?
A qué silbido irá nuestro silbo a renovarse?
Nada sabemos,
cumplimos una jornada que empezó antes que nosotros
y que no concluirá con nosotros.
En la entrada leemos:
Jacques Viau nació en Port-au-Prince en 1942. Perteneció a una familia de perseguidos políticos, que se refugiaron en Santo Domingo. Fue abatido durante las insurrecciones de 1965 cuando aún no había cumplido sus 23 años. El poeta haitiano René Depestre destacó “la alta facultad de radiación de su palabra”
Este poema fue publicado, junto a otros versos de poetas haitianos en la publicación argentina Cuaderno Carmín, N° 16, Buenos Aires, 2001.