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Te propongo:
hagamos una tregua.
Hablemos cerca de la media noche
tomados de la mano,
dejemos de lado el desencuentro,
expongamos cada uno sus motivos.
Empecemos otra vez
desde la invitación recíproca
a ser aceptados y reconocidos.
Desde aquella elocuente bienvenida.
para M.H. sentado en una playa del Caribe
Todavía
a veces
lloro un poco
por las cosas que no dije y no dijiste.
Pudo más el miedo
a querernos de lejos.
El alma agonizaba de dolor
mientras el cuerpo
sólo se preocupaba por la ausencia.
Ahora
cuando la primavera viene a empujar la nieve
me descubro preguntándome otra vez
por qué no me has llamado…
...que fue mentira
cuando te dije adiós...